Cliente silencioso

Todo el camino lo pasó en silencio. De vez en cuando y en cada semáforo lo miraba a través del espejo retrovisor del vehículo sin encontrar en él ninguna respuesta.
Al rato llegaron a su destino.

El cementerio municipal estaba repleto de gente, alguno lloraba, otro mataba el tiempo fumando un cigarro..
Nunca se iría a acostumbrar a su oficio de conductor de coche fúnebre pensó mientras frenaba el vehículo en frente de la puerta para empezar el cortejo.

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