El osito de trapo

Las sirenas antiaéreas sonaban de nuevo en la vieja ciudad destruida ahora.
El, como tantos otros, corrían por los cascotes de lo que había sido su hogar, donde hace unos años había paseado con su novia o donde había tomado algún que otro té. Hoy todo es olvido.
Seguían los llantos de un niño que en la lejanía suplicaba unos brazos que los protegieran.
Levantando piedras logró ver al pequeño, que se aferraba a un osito de trapo.
Sólo pudo tocar la mano del niño, ya que un sonido indescriptible rompió el cielo seguido por una explosión.
A las horas encontraron sus cadáveres juntos y un osito de trapo a su lado.

Manuel López Hueso

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