La noche

La cafetera estaba echando humo de forma desenfrenada desprendiendo por toda la cocina el suave aroma del café recién hecho. Esa noche iba a ser larga para Daniel.
Las imágenes de la ouija que hizo la noche anterior con sus amigos le atormentaba. El miedo reinaba en su cuerpo.
Esa noche hacia más frío del habitual y se había dispuesto a no dormir. Aquel presentimiento de que algo ocurriría no le dejaba dormir después del accidente de su amigo esa misma mañana y de las cosas que les habían pasado a los demás que con él hicieron el juego en esa tabla maldita. Sus voces a través del teléfono reflejaba el miedo en ellos.
El timbre de la puerta empezó a sonar con fuerza. Él no esperaba a nadie, y menos a esa hora.
Haciendo acopio de algo de templanza fue a ver quien era, no sin antes coger un cuchillo de grandes dimensiones. En la hoja se vio reflejado. Estaba blanco.
El timbre seguía sonando. Quien fuera tendría mucha prisa por que abriera.
Pegando su frente a la fría puerta cerró un ojo mientras que el otro lo tenía atendo a la mirilla.
El miedo fue en aumento al ver el rostro de un demonio.
No podía ser cierto, volvió a mirar y el rostro seguía allí, como adivinando que estaba siendo observado.
Quizás habría llegado ahora su hora. La idea de abrir le parecía estúpida pero era la que más fuerzas imperaba. De todas maneras si ese demonio quería entrar no tendría más que echar la puerta abajo.
Con la mano que tenía libre cogió su teléfono móvil. La policía vendría en seguida y se acabaría esa pesadilla.
Marcó temblando los dígitos y esperó a que respondieran desde el otro lado. Cuando lo hicieron y les comentó lo ocurrido sólo le dijeron que se acostara, no sin antes burlarse de él.
Mientras el timbre seguía sonando.
No podía más. Según las llamadas de sus amigos ellos también habría corrido la misma suerte. Hasta su amigo Hugo estaba ingresado en la UCI tal como le explicó Pedro por la línea.
Tomando quizás la última bocanada de aire agarró el picaporte mientras que con la otra sostenía el cuchillo.
Con un movimiento rápido abrió la puerta y con la misma rapidez asestó una puñalada en la misma cara del demonio.
El corazón trabajaba con fuerzas.
Del rostro del demonio salió rápidamente sangre y la piel de la cara parecía como de goma, dejando ver el rostro de Hugo con una herida mortal en el ojo.
Al lado unos fantasmas y un zombie gritaban.
El zombie se abalanzó hacia Daniel.
- ¿Qué has hecho Daniel? Somos nosotros.
La voz parecía la de Pedro, pero su cara era fantasmal.
De pronto Daniel empezó a llorar. Se agachó hasta el cadáver del demonio mientras recordaba que esa noche era 31 de octubre.

Manuel López Hueso

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